Conducir un vehículo es un proceso continuo de recogida de información. El conductor capta la información, la analiza y en función de su experiencia toma decisiones que traslada a los mandos del vehículo. Siendo necesario tener unas adecuadas capacidades psicofísicas para percibir, procesar y tomar las decisiones adecuadas.
La información llega al conductor desde su entorno y también de su propio cuerpo. En la captación de la información se ven implicados los sentidos como el tacto, el oído pero fundamentalmente la vista.
A través de la vista se capta más del 85% de la información al volante
Por los ojos se perciben los estímulos ópticos (luz, señales, configuración y estado de la vía, etc.) por lo que es necesario ver, ver bien, saber ver y ver con anticipación y rapidez. Siendo percibidos, normalmente, los objetos que se encuentran en un campo visual con un ángulo aproximado de 140° en horizontal y 110° en vertical.
A través de la visión central, en un ángulo de 10°, percibimos el color, la nitidez y el movimiento, mientras que a partir de ese ángulo se percibe principalmente el movimiento, dejando de percibir el resto de los estímulos.
La capacidad visual puede verse afectada por factores como:
> La velocidad, ya que el aumento de velocidad estrecha el campo lateral de visión (efecto túnel).
> Los límites físicos de los elementos del vehículo, como los pilares del parabrisas.
> Las alteraciones visuales producidas por la ingestión de sustancias químicas (medicamentos, alcohol, drogas, etc.).
> La inatención, no se puede ver algo que no se está buscando.
¿Qué es la ceguera por inatención?
Cuando no se perciben cierta información visual aparentemente obvia que debería ser percibida porque se encuentra dentro de nuestro campo visual.
¿Por qué se produce?
Hay ciertos estímulos que no percibimos porque no estamos prestando atención a ellos, ya que nuestro foco atencional está centrado en otros. Así por ejemplo si está conduciendo y está prestando atención a la conversación del pasajero que va a su lado, puede que no haya percibido la señal de límite de velocidad y ello le impedirá adaptar la velocidad a dicha señal, o puede que si está leyendo un panel de mensaje variable que está en la vía, no esté percibiendo el vehículo que circula delante suya que está frenando, y por tanto usted no está reduciendo la velocidad.
Hay ocasiones en las que va conduciendo y va procesando los estímulos que hay a su alrededor pero hay tantos estímulos, tanta información, que si no se es capaz de desecharla o dejar de prestar atención a la información irrelevante, dejará de percibir y procesar la información que es relevante para ese momento.
El motivo es la capacidad de procesamiento limitada que tiene nuestro cerebro. No podemos procesar toda la información que hay a nuestro alrededor. Por ejemplo, si va conduciendo en una vía urbana con un tráfico muy denso, o se presta atención a la información relevante, en detrimento de la información irrelevante o dejará de percibir información útil y necesaria en ese momento para conducir, y ello puede terminar en un accidente de tráfico.
¿Cómo combatir la ceguera por inatención?
La primera medida y más importante es “saber ver”, es decir debemos de centrar nuestra atención a lo verdaderamente importante en ese momento, desechando la información irrelevante para la conducción. Tenga en cuenta que la tarea de conducir es suficientemente compleja como para compaginarla con otras como puede ser utilizar el móvil, comer, beber o fumar, por poner algunos ejemplos.
La segunda medida, es mirar a lo lejos, a la zona donde vamos a estar unos segundos después. Esta distancia varía en función de la velocidad, cuanto mayor velocidad, mayor tiene que ser la distancia, mirando más lejos del vehículo que circula delante. Siendo muy importante mirar también hacia los lados. Así nos podemos anticipar a cualquier circunstancia que ocurra alrededor. Debemos también observar los espejos regularmente, incluso cuando no vayamos a hacer ninguna maniobra. Esta frecuencia estará en función del tipo de vía por la que circulemos y la densidad del tráfico. Cuando vayamos a hacer maniobra, no debemos olvidar el ángulo muerto, por lo que debemos girar la cabeza para poder ver a otro usuario que pudiera estar en esa zona.
La tercera medida es la anticipación. Se deben prever los movimientos de los demás para adelantarse a las situaciones imprevistas y disponer de espacio suficiente para evitar riesgos. De lo contrario, cuando se perciba un peligro, puede que no tengamos tiempo para reaccionar. Es lo que podría llamarse una conducción defensiva. Así por ejemplo:
> Tras un balón puede correr un niño.
> Animales próximos a la calzada pueden irrumpir en ella de forma repentina.
> Un vehículo parado con personas dentro: pueden abrirse las puertas de repente.
> Un conductor discutiendo puede reaccionar imprudentemente.
Como cuarta medida, la tecnología puede ayudarnos, así tenemos sistemas avanzados de asistencia a la conducción que en caso de ceguera por inatención nos avisarán o incluso actuarán sobre el propio vehículo evitando el accidente, como puede ser la alerta de colisión frontal o el frenado automático de emergencia, por citar algunos.